('Antimanual de filosofía', de Michel Onfray, Madrid, 2005)
Porque en este sitio, como en cualquier otro, la libertad no gusta, y se las arreglan magníficamente para contenerla o limitarla al máximo. El poder de circular libremente sin trabas, de moverse sin tener que dar explicaciones; el de hacer uso como uno lo desea de su tiempo, sus noches y sus días, el de decidir la hora de levantarse y acostarse; la libertad de trabajar o descansar, de comer, dormir, todo eso que pone de manifiesto la autonomía del individuo (la posibilidad de decidir sobre su existencia con todo detalle), incomoda considerablemente a la sociedad en su conjunto. De ahí que la sociedad haya inventado un cierto número de instituciones que funcionan según técnicas de control: control de vuestro espacio, control de vuestro tiempo.
A la sociedad no le interesa la libertad porque esta no engendra orden, coherencia social, agrupación provechosa, sino más bien la fragmentación de actividades, individualización y atomización social. La libertad provoca miedo, angustia: inquieta al individuo, que se encuentra frente a sí mismo, dudando, ante la posibilidad de elegir y experimentar así el peso de la responsabilidad; pero incomoda igualmente a la sociedad, que prefiere personajes integrados en el proyecto asignado a cada uno, antes que una multiplicidad de piezas interpretadas por pequeños grupos de individuos.
Sobre el autor: Michel Onfray, la filosofía como escultura de sí mismo.
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